Esta crisis nos tomó a todos por sorpresa. Creo
que la humanidad con el avance y desarrollo que lleva en estos tiempos, nunca pensó
que este tipo de situaciones podrían ocurrir. Quizá estábamos
muy confiados. En este momento existen más de 76.5 millones de casos
confirmados y casi 1.7 millones de muertes a nivel mundial por los registros
oficiales conocidos, ¿Y aquellos casos que no conocemos o que no quedaron
registrados, cuantas cifras sumaran? En verdad es aterrador de solo pensarlo.
Ante toda esta situación, decía en un principio,
es necesario que hagamos una evaluación muy íntima de lo que todo esto
significa para nosotros, aquellos que tenemos la dicha de estar vivos. Hemos llegado
a un fin de año, un tiempo de tribulaciones. Han pasado varios meses en los
cuales la humanidad ha sido puesta a prueba una vez más. Hemos experimentado encierros,
restricciones, limitaciones, emociones encontradas, hemos sufrido y llorado, se
perdieron empleos, se cerraron empresas, se extinguieron las esperanzas para
muchos, hemos sentido la soledad, la impotencia de no poder abrazarnos, el
desgano y la desidia de muchos.
Sabes, es curioso pensar que han pasado nueve
meses, número que me llama poderosamente mi atención. Pienso que es un numero esperanzador
y te digo por qué; así como un bebe pasa dentro del vientre de su madre, creciendo,
alimentándose, desarrollándose, formándose, preparándose para ver la luz, así nosotros hemos estado en gestación, preparándonos para salir a la luz, para ver un
mundo de una manera diferente.
Debemos aprender a darle sentido a nuestra vida,
proporcionándole esperanzas, pensando de una manera positiva, siendo solidarios
con aquellos que sufren, compartiendo con aquellos que necesitan, valorando el
tiempo que tienes. Es un tiempo de nuevos comienzos, de pasar la pagina y
comenzar a escribir una nueva. Tiempo de mantener en nuestras mentes y corazones
a aquellos que se nos fueron, de honrar su memoria siendo personas diferentes. Que
el tiempo que compartimos con ellos, haya valido la pena.
La ciencia ha estado luchando una batalla
contra el tiempo para encontrar una cura, ya existen vacunas que han ido
demostrando su eficacia en un buen porcentaje, algunas ya están siendo
aplicadas con la esperanza que la enfermedad sea detenida y erradicada. ¿La
pregunta es si podrán ser ciento por ciento eficaces, cuanto tiempo durara su
protección? Son preguntas que aun no tenemos una repuesta certera. Mientras esa
interrogante es respondida, hagamos lo que nos corresponde. La obediencia ante
regulaciones para evitar los contagios, los nuevos hábitos que debemos haber adoptado
deben ser parte fundamental del éxito. Que mas debemos esperar, que más se puede
pedir.
Mi mensaje para este tiempo de navidad es que
no perdamos la fe ni la mirada en la estrella de Belén. Mira que estamos por
conmemorar el nacimiento de aquel niño que pasó nueve meses dentro del vientre
de su madre, un hermoso niño que traería a la humanidad la esperanza perdida,
el perdón inalcanzable y el amor incondicional.
Aconteció en aquellos días, que se promulgó un
edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este
primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser
empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de
Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de
la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada
con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se
cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito,
y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para
ellos en el mesón.
Había pastores en la misma región, que velaban
y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les
presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y
tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os
doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en
la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de
señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y
repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales,
que alababan a Dios, y decían: !Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra
paz, buena voluntad para con los hombres!
Sucedió que cuando los ángeles se fueron de
ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta
Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado.
Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño
acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho
acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores
les decían. Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su
corazón.
Y volvieron los pastores glorificando y
alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había
dicho. (Mt. 1.18-25)
… y lo acostó en un pesebre, porque no había
lugar para ellos en el mesón… en esta pandemia a muchos se les cerraron las puertas y no había lugar para
continuar con sus vidas normales… Dios siempre buscara en donde anidar, en
aquellos que abran el corazón
… he aquí os doy nuevas de gran gozo, que
será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un
Salvador, que es CRISTO el Señor… en la pandemia muchos no encontraron
quien les tendiera una mano de salvación… Dios siempre estará a tu lado para ayudarte
y tender sus brazos.
…. Pero María guardaba todas estas cosas,
meditándolas en su corazón… Guarda en tu corazón todo lo que has vivido
en esta pandemia, El Señor dará respuesta en su momento y te sorprenderá.
Feliz Navidad
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