¡No se desespere mi amigo!


Una tarde de bruma media, con los ojos entre abiertos miro por mi ventana. La brisa tímida en una tarde calurosa, acaricia mi rostro fatigado sin esperanza. El reloj marca y marca, su tono inmisericorde desvanece el valioso tiempo. Un día más y otro más pasan sin dar marcha atrás. El tiempo se agota y la esperanza se marchita. La humedad del aire y el calor intermitente amedrenta al día y lo vuelve intolerante. Ya viene la noche y la incertidumbre crece. ¿Que traerá el mañana? ¿Con que se hará acompañar el primer rayo de luz que traspase el ligero y frágil descanso nocturnal?  Con seguridad un nuevo remonte entre el vaivén de las horas del día siguiente, tocará aceptar. Se agota la paciencia y la desesperanza crece. La vieja depresión acompaña al corazón, nubla la razón y turba la visión.

¡Cuidado mi amigo lector, cuidado!

Vea que el calor por la tarde se adelgaza y la penumbra de la noche pierde su bravura cuando el sol se apunta. Mientras hay vida hay esperanza… dice el libro del Eclesiastés 9:4

¿Entonces pues? ¡Ocúpese en algo útil, échele ganas y siga adelante!!!  ¿Para qué ver atrás? Atrás ni para agarrar impulso dicen algunos por ahí. Hasta la mujer de Lot que, por mirar atrás, se convirtió en estatua de sal. Que no le vaya a pasar lo mismo. Abra los ojos, respire profundo y vea como ese calor de la tarde sin compasión, se atenúa con la brisa inesperada y repentina que aparece sin ser invitada, más si, tremendamente anhelada. Vea que rico se siente. ¿Acaso no hay algo mágico en ello? Más que mágico, divino diría yo.

Ándele pues, no desespere, ya va a ver que pronto, muy pronto, en cuanto menos sienta, su repuesta y lo que tanto anhela, llegará y cuando así sea, no olvide lo que pasó, lo que tanto sufrió. Guárdelo en el baúl de los recuerdos. 

Goce la vida, disfrútela, sáquele provecho y si algún día vuelve a caer en depresión, recuerde mi amigo lo que tanto pasó. Saque su recuerdo, desempólvelo,  sáquele brillo, expongalo a la luz, que le sirva de alimento a la esperanza y con ello ganarle a la desesperación.

Animo, pues sepa que lo tanto espera, pronto, pero muy pronto, llegará.