PACIENCIA, PACIENCIA!

Conozco la historia de cuatro mil personas que habían ido en busca de Jesús. Algunos para encontrar respuestas, otros para recibir un milagro y otros motivados, quizá, por una simple curiosidad.


Cuando estas personas se hallaron con el Señor, no todos lograron satisfacer sus necesidades al mismo tiempo. Comenzaron a pasar los minutos, luego las horas y después los días. La impaciencia y la desesperación comenzaron a invadir a aquella multitud. Comenzaron a tener hambre. Imagino los pensamientos de algunos de ellos: “¿Para qué hemos venido hasta aquí? Venimos de muy lejos, hemos viajado por mucho tiempo y estamos sedientos, hambrientos y cansados del camino; y él no nos da de comer, solamente habla”.


¿Te ha pasado esto alguna vez? ¿sientes que llevas algún tiempo asistiendo a la iglesia y aún no hay repuesta? ¿Perteneces a un grupo de oración y dentro de éste te sientes vació y con dudas? ¿Has sentido desánimo porque el tiempo pasa y crees que Dios no te escucha? ¿Estás pensando “tirar la toalla” y retirarte? Si éste es tu caso lee el siguiente relato:


En aquellos días, como había una gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y si los enviare en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos. Sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto? El les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos dijeron: Siete. Entonces mandó a la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; Tenían también unos pocos pececillos; y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante. Y comieron, y se saciaron; y recogieron de los pedazos que habían sobrado, siete canastas. Eran los que comieron, como cuatro mil; y los despidió. Mar 8:1-9


Estos hombres y mujeres estaban igual que tú, habían venido de muy lejos y estaban cansados y hambrientos, habían venido a ver y a escuchar a Jesús buscando repuestas. Llevaban tres días con él. Jesús tuvo compasión de todos ellos y por amor a todos, realizó un milagro impresionante, una multiplicación de unos pocos panes y unos cuantos peces. Con ellos dio de comer a cuatro mil personas hasta que TODOS quedaron saciados, y no solo eso, Jesús sabía que podrían llegar a tener más hambre y por ello dejó una cantidad adicional de comida.


Dios no te ha dejado de escuchar, él no te ha abandonado. El está muy pendiente de tus necesidades. El Señor te dará la respuesta a todas tus inquietudes y te hará recostar aliviándote de las cargas para que descanses, pero todo lo hará en el momento preciso y oportuno, ni un minuto antes, ni un minuto después. Lo único que necesitas es ser paciente y esperar. El tiempo nuestro no es el tiempo de Dios, el tiene un reloj que no falla, no se atrasa ni se adelanta.


Que habría pasado si estas personas hubieran decido regresar sin agua y alimento para el camino de regreso, ellos estaban alejados de sus casas. Seguramente habrían quedado en el camino desfallecidos y la muerte les alcanzaría.


No permitas que la impaciencia y la desesperación hagan de las suyas en tu vida. Dios está pronto a darte lo que tú necesitas. “Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas”. Lc. 21:19


Que el Señor te bendiga abundantemente.
autor: Mario Gutierrez





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