El Bonsái y la Palabra de Dios

 
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Recientemente tuve la oportunidad de visitar la casa de unos amigos y al recorrerla me llamó mucho la atención que en su jardín, existe gran variedad de arboles Bonsái. Nunca había tenido la oportunidad de mirar con detenimiento estos hermosos arbolitos. Mi amigo Marco, dueño de la casa, me explicaba acerca de la técnica, tiempo y la paciencia que deben ponerse en práctica para cultivar este arte.


Indagando un poco al respecto encontré lo siguiente: Bonsái es una palabra japonesa que significa literalmente bon = bandeja + sai = naturaleza (aunque etimológicamente procede del término chino penjing o penzai, que significa pén = bandeja + zāi = cultivar) y consiste en el arte de cultivar árboles y plantas, reduciendo su tamaño mediante técnicas, como el trasplante, la poda,, el alambrado, el pinzado, etc., y modelando su forma para crear un estilo que nos recuerde una escena de la naturaleza. El arte del bonsái se originó en China hace unos dos mil años, como objeto de culto para los monjes taoístas. Para ellos era símbolo de eternidad, el árbol representaba un puente entre lo divino y lo humano, el cielo y la tierra. Durante siglos la posesión y el cuidado de los bonsáis estuvo ligado a los nobles y a las personas de la alta sociedad. Según la tradición, aquellos que podían conservar un árbol en maceta tenían asegurada la eternidad. Así fue como los monjes disponían los árboles pequeños en vasijas a lo largo de las escaleras de los templos y hasta eran fuente de culto.


Te preguntarás que tiene que ver el arte del Bonsái con la palabra de Dios. Aquí está a respuesta. Mientras Marco, mi amigo, me explicaba sobre dicha práctica, mi mente iba sacando analogías respecto al cultivo de la palabra de Dios. Para practicar el arte del Bonsái se requiere: Primero, que te atraiga; segundo, que tengas paciencia y estés dispuesto a invertir tiempo en ello; y tercero, que sigas las instrucciones al pie de la letra para tener éxito en el cultivo. Pues eso, precisamente, es lo mismo que tú necesitas para cultivar la palabra de Dios en tu vida. Una cosa es que tengas una Biblia en casa y la leas, solo por hacerlo, y otra cosa, es que en verdad quieras profundizar en ella y sacar lo mejor de si para tu vida.


Así como el Bonsái era símbolo de eternidad para esos monjes taoístas, así debe ser para nosotros el cultivo de la Palabra. La palabra de Dios debe ser nuestra vida y nuestra eternidad. “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”. Jn. 5:24


La maceta en la que se siembra el pequeño árbol, debe ser para ti y para mí, la mente, el alma y el espíritu, es decir: todo tu ser. Si logras “sembrar” la Palabra en ti, aprenderás a vivir y alcanzarás eternidad.


El cuidado del Bonsái requiere de un cuidado especial como lo es la poda, alambrado (para dar forma), abono y riego. El cultivo de la Palabra requiere que constantemente podes de tu mente todo aquello que estorba su crecimiento y que distorsionar el significado de la misma. Requiere “alambrarla” en otras palabras, mantener la dirección en la cual ella te quiere conducir. Necesitas “abonarla” y “regarla”, es decir, ayunar, orar, permitiendo que la unción del Espíritu te abra la mente para que puedas entenderla.


La arte del Bonsái, recompensa al que lo practica, ya que le proporciona satisfacción. La Palabra de Dios, nos proporciona la salvación y luz: “Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina”. Sal 107:20. “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. Sal 119:105


El que atiende a la palabra, prospera. ¡Dichoso el que confía en el Señor! Pro 16:20 .


Autor: Mario Gutierrez

PENSAMIENTOS Y DESEOS





Quiero comenzar este tema sobre la base que todos sabemos que como hijos renovados y redimidos por la sangre de nuestro Señor, estamos llamados a ser cada vez más espirituales y menos carnales y por el hecho de ese llamamiento es que no debemos descuidar la oración y el ayuno, no solo para matar la carne sino para fortalecernos espiritualmente y reprender los ataques a los cuales nos vemos sometidos. “porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra malicias espirituales en las alturas” (Ef. 6, 12). Quiérase o no, estamos inmersos en un mundo espiritual. En este mundo espiritual encontramos el espíritu humano, el espíritu maligno y el Espíritu Santo de Dios “Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, este no es de Él” (Rm8, 9) 

Muchas de las formas en que este mundo espiritual se comunica con nosotros son a través de visiones y sueños, estos a su vez se convierten en pensamientos y deseos. Dios obra mediante las leyes de la mente, y puede usar causas secundarias. Los sueños, por ejemplo, pueden influir en la vida espiritual de las personas. El sueño desmoralizó al enemigo y alentó a Gedeón. (Jue_7:13). El sueño de la mujer de Pilato tuvo (Mt 27.19). Cuando la revelación no era aún completa Dios dio, en ocasiones, mediante sueños, instrucciones o mensajes proféticos a los suyos e incluso a personas que no lo conocían. Estos sueños parecen haber llevado consigo las marcas de su origen divino. Dios habló de esta manera: a Abimelec (Gn 20.3); a Jacob (Gn 28.12; 31.10); a Labán (Gn31:24); a José (Gn 37.5, 9, 10, 20); al copero y al panadero de Faraón (Gn 40.5); al mismo Faraón (Gen_41:7, 15, 25, 26); a Salomón (1Ki_3:5); a Nabucodonosor (Dan_2:1, 4, 36; 4:1, 2); a Daniel (Dn 7.1); a José, el prometido de María (Mt 1.20); a los magos (Mt 2.12). El poder de interpretar de manera precisa los sueños proféticos fue otorgado a ciertos personas: A José (Gn 41.16), a Daniel (Dn 2. 25-28, 47). Por tanto debemos tener mucho cuidado, ya que muchos de nuestros visiones y sueños que a la vez se pueden transformar en deseos pueden venir, no necesariamente, del Espíritu Santo.

Pero como podemos hacer para distinguir el origen de nuestros pensamientos y deseos. Me parece que pudiéramos resumirlo en cuatro pasos:
Debemos practicar la oración y el ayuno para conocer el pensamiento y deseo de Dios en nuestra vida o servicio. “Volví mi mirada hacia el Señor Dios para invocarlo en la oración y suplicarle por medio del ayuno, la penitencia y la ceniza”. (Dan 9,3) 
Lo segundo sería esperar en el Señor y ver que es lo que pasa. “Todo lo que él hace llega a su tiempo; pero ha puesto la eternidad en sus corazones, y el hombre no encuentra el sentido de la obra divina desde el principio al fin” (Ecc. 3, 11). Si el pensamiento o deseo es humano o del maligno, desaparecerán, pero si es de Dios, se harán cada vez más fuerte y real. 
También debemos confrontarlos con la Biblia, para verificar que no exista contradicción alguna con la Palabra de Dios. Aquí encontraremos crecimiento y respuesta. En efecto, la palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo, y penetra hasta donde se dividen el alma y el espíritu, los huesos y los tuétanos, haciendo un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos” (Heb 4,12) 
Debemos pedirle al Señor que nos lo confirme. “Pide a Yahvé, tu Dios, una señal, aunque sea en las profundidades del lugar oscuro o en las alturas del cielo” (Isa 7:11). Dios siempre lo confirmará. 

Satanás también conoce las escrituras y también puede infundir pensamientos y deseos en nosotros, pero no puede luchar ante una fe que viene dada por Dios, esta fe debemos conseguirla no solo por el conocimiento de Dios sino que por escuchar su Palabra y permitir que ésta transforme nuestra vida, nuestro servicio y nuestro ambiente y que cada día podamos dar testimonio de ello. Pero no solo se trata de escuchar y o leer su palabra se trata en verdad de “escuchar” cada palabra, profundizar en su significado. Es por ello que el transcurso de esta reflexión les he subrayado frases de la escritura que considero encierran una enseñanza profunda y un significado que va más allá de lo que aparenta. <por eso se hace necesario que le pidan al ES que les de la sabiduría necesaria para ello>

Por lo tanto debemos poner en práctica estos pasos para conocer cuales pensamientos y deseos vienen de Dios y no de los hombres. Todos: Sacerdotes, religiosos, Pastores y laicos, somos humanos y por tanto imperfectos, a pesar de esto, Dios nos utiliza a través de su ES, pero debemos a prender a distinguir cuando Dios habla a través de alguno de estos siervos y no los siervos hablando por Dios, adjudicando que “Son los deseos de Dios…” o “esto dice el Señor” o “el Señor quiere…”. Porque los mensajes pueden ser dados por simples “caprichos” humanos.

“No he encontrado más que estupidez en los profetas de Samaria: profetizaron en nombre de Baal y extraviaron a mi pueblo Israel. Luego vi cosas horrorosas en los profetas de Jerusalén: adulterio, apego a la mentira. Apoyan a los perversos de tal manera, que nadie se arrepiente de su maldad. Para mí son todos ellos como Sodoma, y los habitantes son como los de Gomorra. Esta es, por tanto, la sentencia de Yahvé de los Ejércitos sobre estos profetas: Les daré como comida ajenjo, y como bebida agua envenenada, porque a partir de los profetas de Jerusalén la corrupción ha cundido por todo el país. Esto dice Yahvé: No escuchen las palabras de estos profetas que profetizan para ustedes, porque los engañan contándoles las visiones de su propia imaginación y no lo que sale de la boca de Yahvé. A aquellos que desprecian la palabra de Yahvé les aseguran "que tendrán paz", y a todos los que siguen los caprichos de su corazón, "que ninguna desgracia les va a suceder". Pero, ¿quién de ellos ha asistido a una reunión con Yahvé? ¿Quién ha visto y oído su palabra? ¿Quién se ha fijado en sus palabras para transmitirlas? El temporal de Yahvé estalla, una tempestad se desencadena y se precipita sobre las cabezas de los impíos. Es la cólera de Yahvé que no se calmará hasta que no haya cumplido y realizado el propósito de su corazón. Después entenderán ustedes todo esto claramente. Yo no mandé a estos profetas ¡y vinieron corriendo! Tampoco les hablé y se pusieron a profetizar.¿Acaso asistieron a alguna reunión conmigo? ¡Entonces, que transmitan mis palabras a mi pueblo, que lo hagan volverse de su mal camino y de sus obras perversas!¿Soy yo un Dios sólo de cerca?, dice Yahvé, ¿no soy Dios también de lejos?¿O puede un hombre ocultarse en un escondite sin que yo lo vea?, dice Yahvé. El cielo y la tierra, ¿no los lleno yo?, dice Yahvé. Me he puesto a escuchar lo que dicen los profetas que profetizan en mi nombre falsamente; sus palabras son: "¡He tenido un sueño, he tenido un sueño!" ¿Hasta cuándo habrá, entre los profetas, profetas de mentira que profetizan falsamente y que cuentan lo que han inventado? Pretenden, con los sueños que unos a otros se cuentan, hacer olvidar mi Nombre a mi pueblo, como sus padres se olvidaron de mi Nombre por seguir a Baal. (Jer 23:13)


En conclusión, aprendamos pues a reconocer cuando habla el Espíritu de Dios “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. "Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: Abba Padre. El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios" (Rm 8, 14-16).

Si un mensaje, profecía, instrucción o consejo te hace sentir:

1. Esclavizado, no viene de Dios, Jesús vino a dar libertad a los cautivos.

2. Si te quieren alejar de Dios, es falso. El Espíritu Santo es unidad.

3. Si te quita el "alimento", no es del Señor. Cristo dijo Yo soy el Pan de vida.

4. Si te quita el "crecimiento", no viene de Dios, ¡Bendito el que confía en Yahvé, y que en él pone su esperanza! Se asemeja a un árbol plantado a la orilla del agua, y que alarga sus raíces hacia la corriente…

Que Dios te bendiga abundanetmente.

Autor: Mario Gutierrez

EN BUSCA DE LA AUTENTICIDAD



Para lograr que nuestra vida sea una experiencia única es necesario tener una visión sin defectos y que ésta sea lo suficientemente amplia. Esto se logra quitando los “estorbos mentales” que impiden dicha visión. Debemos lograr una visión 20/20 y rediseñar el parabrisas de nuestra vida, sin parámetros que distorsionen esa visión. Es decir, que no existan prejuicios y preconcepciones para aprender las enseñanzas de Dios. Las cosas del Espíritu debemos aprender a verlas y recibirlas como niños.


Me encanta ver a los niños. Un niño disfruta de las cosas que le rodean. No tiene parámetros que le impidan o que lo limiten en su descubrimiento del mundo que les rodea. Su “mundo” no está viciado ni contaminado. No existe la discriminación ni la duda y tampoco el miedo, eso se lo proyectamos y se lo enseñamos los adultos de acuerdo a lo que hemos aprendido en la vida. La inocencia de los niños es la que agrada a Dios. “Le traían también niños pequeñitos para que los tocara, pero los discípulos empezaron a reprender a esas personas. Jesús pidió que se los trajeran, diciendo: "Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. En verdad les digo que el que no reciba el Reino de Dios como un niño no entrará en él." (Lc. 18:15 -17).


La inocencia la podemos definir como un estado de desconocimiento, donde se da una menor experiencia en comparación relativa a las experiencias sociales aprendidas, o bien, por una comparación absoluta a una escala normativa en el conocimiento y actuación de las personas. En otras palabras la inocencia es una vida sin contaminación ni influencias de ningún tipo. Es por ello que Jesús diría que debemos recibir su Reino como un niño, sin críticas, sin objeciones y sin limitaciones. Recibir la enseñanza de Dios con inocencia no es recibirla con ignorancia. En contraste con la ignorancia, la inocencia se toma generalmente como un término positivo, aduciendo que la carencia de conocimiento proviene de una carencia de maldad. Entonces la gente que carece de capacidad mental de entender la naturaleza de sus actos puede ser considerado inocente sin importar su comportamiento. De este significado viene el término inocente para referirse a un niño de corta edad carente de razón.


Puesto que la experiencia es el primer factor para la determinación del punto de vista de una persona, la inocencia a menudo también se utiliza para implicar una ignorancia o carencia de experiencia personal. Siendo esto así podemos comprender que es en la inocencia en donde El Espíritu Santo actúa con mayor libertad en las personas y es así como él comienza a realizar sin mayor obstáculo su obra transformadora. Cuando nosotros actuamos como niños en las cosas de Dios, facilitamos esa bendita labor del Espíritu. Pero cuando actuamos cuestionando y criticando como adultos basados en conocimientos humanos, posiciones empíricas y experiencias de otros, obstaculizamos la actuación del Espíritu y lo que él tiene para nosotros. El Espíritu quiere que seamos ciudadanos del Reino y que habitemos en él como seres libres para que lo gocemos y lo disfrutemos. Jesús enseño una gran verdad a sus discípulos a cerca de esto mismo: “En aquel momento los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: "¿Quién es el más grande en el Reino de los Cielos?" Jesús llamó a un niñito, lo colocó en medio de los discípulos, y declaró: En verdad les digo: si no cambian y no llegan a ser como niños, nunca entrarán en el Reino de los Cielos. El que se haga pequeño como este niño, ése será el más grande en el Reino de los Cielos. Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe. Al que haga caer a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que le amarraran al cuello una gran piedra de moler y que lo hundieran en lo más profundo del mar. ¡Ay del mundo a causa de los escándalos! Tiene que haber escándalos, pero, ¡ay del que causa el escándalo!” (Mat 18:1-7).

Jesús quiere que seamos como niños para alcanzar la plenitud. Y da una advertencia muy seria para aquellos que contaminan la inocencia espiritual con la cual fuimos creados. Es por ello que necesitamos anhelar la enseñanza pura de Dios para descontaminarnos de los conocimientos insanos adquiridos y de las experiencias nocivas vividas. Ya lo dice la Biblia en 1ª Pe. 2.2: “Como niños recién nacidos, busquen la leche no adulterada de la Palabra; gracias a ella crecerán y alcanzarán la plenitud”.

Es necesario que en el conocimiento de Dios seamos como niños prestos en aprender, pero ante las situaciones que amenacen nuestra libertad espiritual y nos impidan alzar el vuelo de nuestra vida, debemos ser como adultos maduros, responsables y serios para defender esa libertad y podamos volar hacia nuestro creador.“Hasta que todos alcancemos la unidad en la fe y el conocimiento del Hijo de Dios y lleguemos a ser el Hombre perfecto, con esa madurez que no es menos que la plenitud de Cristo. Entonces no seremos ya niños a los que mueve cualquier oleaje o viento de doctrina o cualquier invento de personas astutas, expertas en el arte de engañar. Estaremos en la verdad y el amor, e iremos creciendo cada vez más para alcanzar a aquel que es la cabeza, Cristo. (Ef. 4:13-15).


Que Dios te bendiga abundantemente.


Autor: Mario Gutierrez