PENSAMIENTOS Y DESEOS





Quiero comenzar este tema sobre la base que todos sabemos que como hijos renovados y redimidos por la sangre de nuestro Señor, estamos llamados a ser cada vez más espirituales y menos carnales y por el hecho de ese llamamiento es que no debemos descuidar la oración y el ayuno, no solo para matar la carne sino para fortalecernos espiritualmente y reprender los ataques a los cuales nos vemos sometidos. “porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra malicias espirituales en las alturas” (Ef. 6, 12). Quiérase o no, estamos inmersos en un mundo espiritual. En este mundo espiritual encontramos el espíritu humano, el espíritu maligno y el Espíritu Santo de Dios “Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, este no es de Él” (Rm8, 9) 

Muchas de las formas en que este mundo espiritual se comunica con nosotros son a través de visiones y sueños, estos a su vez se convierten en pensamientos y deseos. Dios obra mediante las leyes de la mente, y puede usar causas secundarias. Los sueños, por ejemplo, pueden influir en la vida espiritual de las personas. El sueño desmoralizó al enemigo y alentó a Gedeón. (Jue_7:13). El sueño de la mujer de Pilato tuvo (Mt 27.19). Cuando la revelación no era aún completa Dios dio, en ocasiones, mediante sueños, instrucciones o mensajes proféticos a los suyos e incluso a personas que no lo conocían. Estos sueños parecen haber llevado consigo las marcas de su origen divino. Dios habló de esta manera: a Abimelec (Gn 20.3); a Jacob (Gn 28.12; 31.10); a Labán (Gn31:24); a José (Gn 37.5, 9, 10, 20); al copero y al panadero de Faraón (Gn 40.5); al mismo Faraón (Gen_41:7, 15, 25, 26); a Salomón (1Ki_3:5); a Nabucodonosor (Dan_2:1, 4, 36; 4:1, 2); a Daniel (Dn 7.1); a José, el prometido de María (Mt 1.20); a los magos (Mt 2.12). El poder de interpretar de manera precisa los sueños proféticos fue otorgado a ciertos personas: A José (Gn 41.16), a Daniel (Dn 2. 25-28, 47). Por tanto debemos tener mucho cuidado, ya que muchos de nuestros visiones y sueños que a la vez se pueden transformar en deseos pueden venir, no necesariamente, del Espíritu Santo.

Pero como podemos hacer para distinguir el origen de nuestros pensamientos y deseos. Me parece que pudiéramos resumirlo en cuatro pasos:
Debemos practicar la oración y el ayuno para conocer el pensamiento y deseo de Dios en nuestra vida o servicio. “Volví mi mirada hacia el Señor Dios para invocarlo en la oración y suplicarle por medio del ayuno, la penitencia y la ceniza”. (Dan 9,3) 
Lo segundo sería esperar en el Señor y ver que es lo que pasa. “Todo lo que él hace llega a su tiempo; pero ha puesto la eternidad en sus corazones, y el hombre no encuentra el sentido de la obra divina desde el principio al fin” (Ecc. 3, 11). Si el pensamiento o deseo es humano o del maligno, desaparecerán, pero si es de Dios, se harán cada vez más fuerte y real. 
También debemos confrontarlos con la Biblia, para verificar que no exista contradicción alguna con la Palabra de Dios. Aquí encontraremos crecimiento y respuesta. En efecto, la palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que espada de doble filo, y penetra hasta donde se dividen el alma y el espíritu, los huesos y los tuétanos, haciendo un discernimiento de los deseos y los pensamientos más íntimos” (Heb 4,12) 
Debemos pedirle al Señor que nos lo confirme. “Pide a Yahvé, tu Dios, una señal, aunque sea en las profundidades del lugar oscuro o en las alturas del cielo” (Isa 7:11). Dios siempre lo confirmará. 

Satanás también conoce las escrituras y también puede infundir pensamientos y deseos en nosotros, pero no puede luchar ante una fe que viene dada por Dios, esta fe debemos conseguirla no solo por el conocimiento de Dios sino que por escuchar su Palabra y permitir que ésta transforme nuestra vida, nuestro servicio y nuestro ambiente y que cada día podamos dar testimonio de ello. Pero no solo se trata de escuchar y o leer su palabra se trata en verdad de “escuchar” cada palabra, profundizar en su significado. Es por ello que el transcurso de esta reflexión les he subrayado frases de la escritura que considero encierran una enseñanza profunda y un significado que va más allá de lo que aparenta. <por eso se hace necesario que le pidan al ES que les de la sabiduría necesaria para ello>

Por lo tanto debemos poner en práctica estos pasos para conocer cuales pensamientos y deseos vienen de Dios y no de los hombres. Todos: Sacerdotes, religiosos, Pastores y laicos, somos humanos y por tanto imperfectos, a pesar de esto, Dios nos utiliza a través de su ES, pero debemos a prender a distinguir cuando Dios habla a través de alguno de estos siervos y no los siervos hablando por Dios, adjudicando que “Son los deseos de Dios…” o “esto dice el Señor” o “el Señor quiere…”. Porque los mensajes pueden ser dados por simples “caprichos” humanos.

“No he encontrado más que estupidez en los profetas de Samaria: profetizaron en nombre de Baal y extraviaron a mi pueblo Israel. Luego vi cosas horrorosas en los profetas de Jerusalén: adulterio, apego a la mentira. Apoyan a los perversos de tal manera, que nadie se arrepiente de su maldad. Para mí son todos ellos como Sodoma, y los habitantes son como los de Gomorra. Esta es, por tanto, la sentencia de Yahvé de los Ejércitos sobre estos profetas: Les daré como comida ajenjo, y como bebida agua envenenada, porque a partir de los profetas de Jerusalén la corrupción ha cundido por todo el país. Esto dice Yahvé: No escuchen las palabras de estos profetas que profetizan para ustedes, porque los engañan contándoles las visiones de su propia imaginación y no lo que sale de la boca de Yahvé. A aquellos que desprecian la palabra de Yahvé les aseguran "que tendrán paz", y a todos los que siguen los caprichos de su corazón, "que ninguna desgracia les va a suceder". Pero, ¿quién de ellos ha asistido a una reunión con Yahvé? ¿Quién ha visto y oído su palabra? ¿Quién se ha fijado en sus palabras para transmitirlas? El temporal de Yahvé estalla, una tempestad se desencadena y se precipita sobre las cabezas de los impíos. Es la cólera de Yahvé que no se calmará hasta que no haya cumplido y realizado el propósito de su corazón. Después entenderán ustedes todo esto claramente. Yo no mandé a estos profetas ¡y vinieron corriendo! Tampoco les hablé y se pusieron a profetizar.¿Acaso asistieron a alguna reunión conmigo? ¡Entonces, que transmitan mis palabras a mi pueblo, que lo hagan volverse de su mal camino y de sus obras perversas!¿Soy yo un Dios sólo de cerca?, dice Yahvé, ¿no soy Dios también de lejos?¿O puede un hombre ocultarse en un escondite sin que yo lo vea?, dice Yahvé. El cielo y la tierra, ¿no los lleno yo?, dice Yahvé. Me he puesto a escuchar lo que dicen los profetas que profetizan en mi nombre falsamente; sus palabras son: "¡He tenido un sueño, he tenido un sueño!" ¿Hasta cuándo habrá, entre los profetas, profetas de mentira que profetizan falsamente y que cuentan lo que han inventado? Pretenden, con los sueños que unos a otros se cuentan, hacer olvidar mi Nombre a mi pueblo, como sus padres se olvidaron de mi Nombre por seguir a Baal. (Jer 23:13)


En conclusión, aprendamos pues a reconocer cuando habla el Espíritu de Dios “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios. "Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el Espíritu de adopción, por el cual clamamos: Abba Padre. El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios" (Rm 8, 14-16).

Si un mensaje, profecía, instrucción o consejo te hace sentir:

1. Esclavizado, no viene de Dios, Jesús vino a dar libertad a los cautivos.

2. Si te quieren alejar de Dios, es falso. El Espíritu Santo es unidad.

3. Si te quita el "alimento", no es del Señor. Cristo dijo Yo soy el Pan de vida.

4. Si te quita el "crecimiento", no viene de Dios, ¡Bendito el que confía en Yahvé, y que en él pone su esperanza! Se asemeja a un árbol plantado a la orilla del agua, y que alarga sus raíces hacia la corriente…

Que Dios te bendiga abundanetmente.

Autor: Mario Gutierrez

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