Venganza - Decadencia del Espíritu Humano

Todos los días en el mundo entero encontramos noticias que tienen mucho que ver con una violencia desenfrenada que poco a poco va desgarrando la figura del ser humano y todo lo que este representa, incluida el área en donde la persona se desenvuelve ya sea en la sociedad como en la familia, alcanzado al resto de personas que en alguna manera estén involucrados o no, resultando perjudicados de alguna manera.

La violencia puede desarrollarse en muchos ámbitos y puede tener muchas raíces. Existen varias causas con tintes religiosos, políticos, control territorial, demostraciones de poder, ambición, envidia, intereses personales, etc. Muchas pueden ser las causas. En lo personal creo que una de ellas es la venganza.

Buscando el concepto de venganza encontré esta definición en Wikipedia:
La venganza consiste primordialmente en el desquite contra una persona o grupo en respuesta a una mala acción percibida, vengarse es "equilibrar la balanza", y ello tiene como consecuencia que muchos aspectos de la venganza se asemejen al concepto de justicia, haciendo que la diferencia entre los conceptos de venganza y justicia sean muy difusos.
La venganza en general persigue un objetivo más injurioso que reparador. Consiste en forzar a quien haya hecho algo malo en sufrir el mismo dolor que él infringió, o asegurarse de que esta persona o grupo no volverá a cometer dichos daños otra vez. Muchos creen que la venganza es un acto que causa placer a quien la efectúa, aunque otros consideran que no es placer lo que se siente, sino que es la sensación del restablecimiento de la salud del que se venga, ya que la venganza traslada el daño de la víctima hacia el atacante, lo que hace que la víctima se libere de aquella "molestia", acontecimiento el cual, al interpretarlo de manera incorrecta es llamado placer.

La violencia que genera la venganza no solo se traduce en guerras, asesinatos, peleas campales, también se puede traducir en otras acciones como las  críticas, los chismes, las calumnias y el descredito, lo cuales se pueden dar en otros niveles que afectan a la persona, es decir, la gran mayoría de las veces la venganza ataca las relaciones personales. Los motivos sobran: el alumno que se venga del maestro por un castigo o una mala nota, el subalterno que se venga de su jefe por un trato injusto, el esposo(a) que se venga de su pareja por una infidelidad… en fin, podría seguir enumerando más y más ejemplos sobre los motivos que produce la venganza, al final todo esto se traduce en una muestra de la decadencia del espíritu de la persona, lo cual demuestra su bajeza al recurrir a la venganza para desquitarse el sentimiento negativo que otro le causó.

Es una lástima darnos cuenta que estamos rodeados de personas que conviven con estas características y lo peor de todo es que muchos hacen alarde de su condición  en una sociedad ya sea política, familiar o religiosa. He sido testigo de cómo muchos se llaman a sí mismo “cristianos” y dicen estar cerca de Dios, asisten a las iglesias a darse golpes de pecho o bien a alabar al Señor en los cultos, leen la Biblia, la llevan bajo su brazo, y en muchos casos les gusta jugar el papel de jueces al señalar a otros sin tener pruebas fehacientes que respalden su juicio, simplemente haciendo conjeturas y tratando de amarrar cabos, que solo existen en su imaginación de una mente y espíritu desfigurado. Claro, muchas veces esta postura les sirve de una mera pantalla o escudo que les auto resguarda y que no les permite aceptar ni ver sus mismos errores.

Nadie en este mundo ha sido nombrado como juez de otro por parte de Dios para “juzgar” la espiritualidad de los demás y mucho menos para cometer actos de venganza.

Bien dicen que la violencia genera más violencia. Si no somos capaces de controlar este “cáncer” que está destruyendo a nuestra sociedad y a nuestras familias, nunca vamos a evolucionar como personas. Esta vida es una preparación para la eternidad.

No podemos obligar a los demás que se comporten como nosotros quisiéramos. Por ejemplo en una pareja en la que el amor se murió y que a pesar de los innumerables esfuerzos que se hayan podido hacer para rescatar esa relación y la violencia verbal y física comienza a surgir, es momento de tomar decisiones que conlleven a dejar las cosas por la paz y el bienestar de ambos y de los hijos que pueden verse afectados. De lo contrario las cosas podrían terminar en venganzas que al final dejarán muchas cosas que lamentar.

La biblia dice en el libro de Levítico 19:18
“No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo; yo soy el SEÑOR”.

 Y en Romanos 12:18 y 19 dice:
Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres. Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de dios, porque escrito está: mía es la venganza, yo pagare, dice el señor”.

Está claro que la venganza no le corresponde al hombre, sino a Dios, mas sin embargo Dios es vengador pero también misericordioso que perdona y que ama. Lo seguro es que nunca llegaremos a alcanzar la perfección en el sentido de amar como Dios nos ama, pero si estamos obligados a imitar la actitud de Dios a través de su hijo Jesús, quien nos vino a enseñar que la paz se consigue con el perdón y el amor, y no con venganza y violencia.

Dios nos libre de vivir con personas que abrazan a la venganza.

Leyes y Reglamentos - Cumplirlos o no Cumplirlos

Hace algunos días atrás, tuve la oportunidad de adquirir una moto para mi esparcimiento personal. Ello me significaba gestionar una licencia específica para poder conducirla legalmente de acuerdo a lo exigido por la ley. Para tal propósito, requería prepararme para aprobar los exámenes tanto el práctico como el teórico, los cuales son requisito indispensable para obtener la licencia de conducción de motocicleta. El examen práctico no me preocupa mucho porque había estado practicando aproximadamente un mes en un recinto amplio y cerrado, sin salir a la vía pública. La preocupación era estudiar para familiarizarme y aprender la ley y sus reglamentos los cuales abarcan 126 y 265 artículos respectivamente, todo eso sin contar con la familiarización de más de 170 figuras de la señalización vial. Comencé la tarea de estudiar durante un aproximado de dos semanas. Realmente fue sorprenderme darme cuenta de todo lo que está escrito y estipulado en esas leyes y reglamentos. Cada uno de sus artículos está diseñado y muy bien pensado, no solo para poner las cosas en orden, sino que también para evitar accidentes y no tener victimas que lamentar.
Durante la lectura y asimilación de cada artículo,  iba tomando conciencia de cuán importante y vital es obedecer cada uno de ellos. Con tristeza venían a mi mente las malas noticias que a cada momento se dan a conocer sobre serios y  fatales accidentes de tránsito los cuales ocurren a diario en nuestro país… no somos la excepción, existen muchos otros lugares que padecen del mismo mal.
De acuerdo a las estadísticas de nuestro país en el año 2016, un total de 22,943 accidentes fueron registrados, eso significa que diariamente se producen 64 accidentes. Las cinco mayores causas son:
1a Invadir carril
2a Distracción del conductor
3a Irrespeto a la señal de prioridad
4a No guardar distancia reglamentaria
5a Velocidad inadecuada
Y como dato adicional conducir en estado de ebriedad es la 8 a causa.
Todas y cada una de estas causas están tratadas en las leyes y los reglamentos y diario son violadas y pasadas por alto por todos aquellos conductores que con conocimiento de su existencia, deciden hacer caso omiso a estas.
Lamentablemente la carencia de conciencia y responsabilidad de los conductores, la inexistencia de programas efectivos de educación vial, los débiles perfiles y programas con los que trabajan las Escuelas y Examinadoras de manejo autorizadas por  la misma ley, la existencia de multas frágiles, de las cuales las MUY GRAVES son penalizadas con un máximo de $57.14 y la poca o casi nada vigilancia de las autoridades para hacer cumplir las leyes y reglamentos, contribuyen al incremento de tantos accidentes de tránsito.
He podido apreciar y ser testigo de cómo en otros países se respeta las leyes y reglamentos establecidos más que los nuestros. Es impresionante observar de como los conductores detienen sus vehículos automotores  y ceden el paso a cualquier peatón, y no al revés, que los vehículos se encuentran estacionados en los lugares permitidos, de cómo se guardan las distancias reglamentarias entre uno y otro automotor,  que el mismo peatón respeta y cruza las vías en los pasos peatonales, de cómo se obedecen las señales de tránsito, de cómo la autoridad tiene presencia en cada lugar para vigilar y hacer que se cumpla lo establecido, de los altos montos monetarios que comprenden cada infracción, etc. Y aun así se tiene cifras que pueden ser un tanto alarmantes (por supuesto dependerá de la cantidad de habitantes de cada país). Por ejemplo se dice que solo en los Estados Unidos  todos los días un promedio de 112 mil personas recibe una multa de tránsito, 41 millones de conductores al año. El promedio de costo de una multa de tránsito es de $152 y puede variar dependiendo del tipo de infracción, el estado y los impuestos que se le agreguen. Lo que da un total anual en promedio de más de 6 mil millones de dólares. Un policía de tránsito puede recaudar hasta 300 mil dólares al año de multas para el estado y sólo el 5 por ciento de las multas son llevadas a una corte de tráfico.
A que quiero llegar con todo esto. Simplemente a aquel que lea esta publicación, tome conciencia de lo importante que significa el respeto a las leyes y a los reglamentos. El sometimiento a sus estipulaciones y a las autoridades de los cuales emanan, ello es la clave para tener un mejor país. Esto es parte de la paz que todos anhelamos. Tenemos derecho pero también responsabilidades, basta solamente cumplir.
La misma Biblia habla de ello. En el nuevo testamento, en la carta de Pablo a los Romanos en el capítulo 13 versículo 1 encontramos lo siguiente: “Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas”  y en la carta de Pablo a Tito en el capítulo 3, versículo 1 dice: “Recuérdales que estén sujetos a los gobernantes, a las autoridades; que sean obedientes, que estén preparados para toda buena obra”.
Si somos obedientes y respetuosos de lo plasmado en las leyes y reglamentos, habremos contribuido a tener menos accidentes y salvar vidas, que al igual que nosotros, los demás tienen derecho a vivir en paz y tranquilada.