Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él.»
Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.» Jn 3:1-8
En la lectura anterior Nicodemo busca a Jesús de noche, probablemente no querían que lo vieran con él, ya sea por temor o por vergüenza. A pesar de ello, Jesús le recibe, le instruye y la palabra que le entrega transforma la vida de Nicodemo. Le habla de cómo buscar la salvación. Le da a entender que el nacimiento es el comienzo de la vida; nacer de nuevo es precisamente eso mismo "empezar a vivir de nuevo".
Hoy en día, a muchas personas les pasa igual. Existen profesionales y empresarios que conocen las enseñanzas y las doctrinas de una iglesia, pero que nunca han tenido un verdadero encuentro cara a cara con Jesús, lo que provoca que anden de “noche”. Son simplemente cristianos de “domingo” acuden al culto o a la misa y hasta ahí, no más. Establecer una relación con Jesús el resto de la semana, no forma parte de la agenda de estas personas, hablar de Jesús, no es tema de conversación y orar a diario, mucho menos.
Debemos tener una nueva naturaleza, nuevos principios, nuevos afectos, nuevas miras. Por nuestro primer nacimiento somos corruptos, formados en el pecado; por tanto, debemos ser hechos nuevas criaturas. Este nuevo nacimiento es del cielo. Es un cambio grande hecho en el corazón del pecador por el poder del Espíritu Santo. Significa que algo es hecho en nosotros y a favor de nosotros que no podemos hacer por nosotros mismos.
No es obra de nuestra sabiduría o poder propio, sino del poder del bendito Espíritu Santo de Dios. Somos formados en iniquidad y con la obra regeneradora del Espíritu Santo somos reformados a Santidad.
Mira lo que le pasó a Nicodemo (su nombre significa: Victoria de la gente), a pesar de ser un fariseo, miembro del Sanedrín, y varón destacado entre los judíos, tuvo su encuentro con Jesús. Después de ello, nunca más volvería a ser el mismo, salió a la luz y defendió a aquel en el cual creyó, Nicodemo alzó la voz en la fiesta de los tabernáculos para defender a Jesús, cuando el Sanedrín lo acusaba (Juan 7:50 52). Cuando Jesús murió, Nicodemo proveyó para Jesús "mirra y áloe" (Juan 19: 39). Quizá por ello lo hayan tildado de seguidor de Cristo; de ser así, llegó finalmente a ser cristiano "nacido de nuevo".
Mi querido(a) hermano(a): Debemos preguntarnos si somos un Nicodemo más. Es hora de tener un encuentro cara a cara con Jesús, ya no andes más en oscuridad, pídele al Señor tener un verdadero encuentro con él, no solo le busques de “noche” búscalo en todo momento y confiésale como tu Señor y Salvador.
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos”. Mat 10:32-33
Que Dios te bendiga abundantemente.
Autor: Mario Gutierrez