ENTRONIZANDO A DIOS

clip_image002Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían. Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección. Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto. (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.) Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio. Hch. 17:16-23

Nosotros somos muy parecidos a los atenienses de la época de Pablo. Tenemos muchos altares en nuestra vida pero el altar que le corresponde a Dios, está vacío. ¡Si, así es! Cada cosa que nos roba el tiempo para dedicarlo a Dios y a nuestra familia, tiene un altar en nosotros. Como ejemplo: El futbol, las salidas con los amigos, las novelas, los juegos de video, la Internet, el celular, el trabajo y muchas cosas más. No estoy en contra de todo lo anterior, estoy en contra, si eso desplaza a Dios en tu vida y hace que te olvides hasta de tu familia y de ti mismo.

Hoy que estamos a punto de festejar la Navidad es un buen momento para retomar tu relación con el Señor. Es necesario entronizarlo en el altar de nuestras vidas, de nuestras familias. No permitas que su altar esté vació ni mucho menos que éste sea ocupado por una cosa que no le corresponde.
Permite que Jesús ocupe y lo llene todo en ti, conócele y no le des la espalda.
Te deseo una feliz Navidad y que Dios te bendiga abundantemente.

Autor: Mario Gutierrez

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