El Milagro de Martha: Soplando vida.

El Milagro de Martha es un ejemplo más de la misericordia de Dios para con sus hijos. En los momentos más difíciles para Martha y para su familia, El señor estaba con ellos. Aquella misma tarde cuando la familia decidió reunirse para orar por la vida de Martha en lugar de quedarse en la  sala del hospital a la esperar del anunciado desenlace fatal, decidieron poner el control de la vida de ella en las manos de Dios, su madre entendió que debía entregar a su hija al Señor y cuando todos entendieron el significado de este acto y lo practicaron, Dios ya estaba obrando un milagro de vida y de esperanza.

Martha Arteaga, una joven Mexicana  de 20 años enfermó de gravedad. Un virus se había apoderado de ella, alojándose en diferentes partes y órganos de su cuerpo. Esa situación obligó a que fuera internada en el Hospital de Beneficencia Española de Puebla, en México, el 14 de Septiembre de 1998. El deterioro de la salud de Martha era alarmante. Había pasado casi un mes desde su ingreso al hospital, los médicos no encontraban ninguna explicación, los exámenes médicos que le fueron practicados no indicaban nada.
El reloj marcaba las 2:15 de la mañana. Teresita hermana de Martha había viajado desde El Salvador (País de residencia) hasta México para estar con ella y poder hacerle compañía. Estando en la habitación del hospital  Teresita veía como su hermana comenzaba a convulsionar y de inmediato alerta a las enfermeras y  éstas  al darse cuenta de la gravedad de la situación, sacan a Teresita de la habitación. La alarma “Código Rojo” se activa, dando el indicativo que el corazón de Martha se había paralizado, al instante  varios doctores comenzaron a hacerse presentes.
Teresita se encontraba en el pasillo, siendo testigo de todo aquel gran movimiento de médicos y enfermeras entrando y saliendo de la habitación de su hermana. El temor y la duda se habían apoderado de ella y la angustia de no saber lo que ocurría la invadieron de tal manera que su desesperación iba aumentando con rapidez.
Mientras todo eso sucedía,  de la habitación de enfrente a la de Martha, apareció una señora quien comenzó a hacerle compañía a Teresita, consolándola y dándole tranquilidad. Ella le dijo que si tenía fe en Jesús, él sanaría a su hermana. Esta mujer fue de gran ayuda para Teresita incluso orientándola en la firma de los documentos que en ese momento le pedían para autorizar el ingreso de su hermana a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital.
Ese mismo día por la mañana, Teresita fue a buscar a la señora para agradecerle su ayuda al estar con ella en tan angustiantes momentos, tocó en la puerta de la habitación de donde horas antes la señora había salido. Como nadie abría la puerta, Teresita entró en la habitación pero no había nadie, el lugar estaba vacío. Ella fue a la recepción a preguntar por aquella señora, pero la respuesta que le dieron fue que esa habitación estaba desocupada desde hacía dos días. Teresita recuerda que algo peculiar le llamó la atención de la señora, su blusa nunca la olvidaría, ésta era de un blanco intenso y resplandecía como si estuviera expuesta a la luz en un día soleado. Teresita quedó impresionada por esta situación y la guardó en su mente y en su corazón.
Pasados 13 días, Martha seguía interna en la UCI luchando por su vida, era un 28 de octubre, su cuerpo ya no resistía más. Los médicos no daban ninguna esperanza de vida, sus órganos iban muriendo poco a poco, todos los conocimientos de los médicos, los medicamentos y todos los esfuerzos por recuperar a Martha eran en vano. Los riñones comenzaron a fallar y se diagnosticaba una cadena de más fallos del resto de sus órganos. Si existía alguna esperanza de vida para Martha, no era nada alentadora puesto que el diagnóstico apuntaba a que si sobrevivía quedaría en estado vegetativo.
Ese día a las dos de la tarde, toda la familia estaba reunida en el hospital, Teresita pidió a todos que se unieran en oración, recordaba las palabras de aquella misteriosa señora de tener fe en Jesús. La familia estaba en un dilema, si  invertían su tiempo en orar o bien, en acompañar a Martha.
Hacía seis meses atrás que Teresita había asistido a un retiro espiritual y recordó algo que había aprendido: “Cuando nosotros ya no podemos hacer más, teníamos que entregarle a Jesús todos nuestros pesares y cargas, para que Él diera solución a ese gran dolor o esa gran necesidad que sintiéramos”. Precisamente esto mismo, Teresita se lo hizo saber a su madre.
Gloria, la madre de Martha y de Teresita, entregó a su hija a Jesús y también a María (esto por su formación Católica), lo hizo con todo su corazón y entre lágrimas dijo:
— Señor Jesús, tú me la diste y yo la recibí con todo mi corazón, pero si es tu voluntad ahora llevártela contigo, te la entrego, Padre bendito —.
A las 2:08 de la tarde, Teresita convocó a todos para la oración, escogieron hacerlo a través de rezo con un rosario. Teresita recordaba muy bien esa hora porque al momento vio su reloj para calcular el tiempo que le llevaría el rezo, esperando terminar antes que concluyera la hora  autorizada de visitas en la UCI la cual duraba hasta las 3:00 de la tarde, de lo contrario tenían que esperar la próxima hora de visita de 7:00 a 8:00 pm.
La familia terminó su oración a las 2:50, como faltaban 10 minutos para concluir la hora de la vista, Teresita y su madre decidían quien de las dos aprovecharía esos escaso minutos para visitar a Martha, no podían darse el lujo de esperar hasta el siguiente turno porque pensaban que sería muy tarde, dado el estado agónico de Martha. La decisión cayó en Teresita puesto que Gloria su madre, no soportaba ver a su hija en ese estado.
A la entrada de la UCI permanecía un guardia que controlaba el acceso, solo permitía pasar una visita por cada persona que estaba ingresada. Controlaba el nombre del visitante, la hora de entrada y la hora de la salida. Teresita se hizo presente y le dijo al guardia que pasaría a ver a su hermana y éste no se lo permitió argumentándole que la otra hermana de ella ya estaba dentro. Teresita se sorprendió,  puesto que  su otra hermana estaba en la sala de espera junto con toda la familia y por ser menor de edad no podía ingresar como visita a la UCI por políticas del hospital. Teresita rebatió  el argumento del guardia diciéndole:     
—Vea, mi otra hermana es aquella que ve ahí, no hay más—.
El guardia le aseguró que la otra persona que se encontraba dentro de la UCI era hermana de ella, argumentaba esa seguridad diciendo que  lo único que la diferenciaba de Teresita con esa persona, era la ropa que llevaba puesta, porque ambas  tenían un gran parecido físico.
Teresita desconcertada y molesta por la confusa situación y con cierta mofa increpó al guardia:
— A ver, dígame: ¿Cómo se llama mi hermana? —
Teresita se acercó a mirar el libro de registro en este se leía:
“Aranzazú Losano”.
Hora de entrada: 2:05 pm.
Hora de salida: (todavía estaba en blanco).

Teresita aseguró que aquello era una confusión, porque el apellido de su familia no era Losano y que, con seguridad se habían equivocado de familia al anotarla, ya que en la cama contigua a la de Martha, también estaba otra joven muy enferma y Teresita pensaba que aquella mujer debía  ser pariente de dicha joven. Ella insistió que la dejaran entrar ya que el tiempo de la visita estaba por terminar, faltaban tan solo 5 minutos.
Al llegar a la pequeña habitación de Martha, ella tenía, en su mano, la sonda que le habían insertado por la garganta la cual estaba conectada a un respirador artificial.
Martha viendo a Teresita le dijo:
— ¿Todavía estás aquí?—
Horas antes a este suceso, Martha se encontraba agonizando y presentaba en todo su cuerpo un color grisáceo el cual semejaba a un color de muerte como es típico de las personas que agonizan. Ella no había reaccionado desde su ingreso a Cuidados Intensivos, mucho menos no hablaba por su estado de inconsciencia.
Era maravilloso lo que estaba ocurriendo, durante la visita de la “misteriosa hermana” Martha presentaba  una coloración rosada en sus mejillas. La sonda que ella tenía en su mano se encontraba limpia como si nunca hubiera sido utilizada y Martha había recuperado la voz.
Teresita al ver que la sonda no estaba en su lugar se molestó y reclamó por el aparente descuido  a las dos enfermeras que ahí se encontraban de turno. Ambas enfermeras contestaron:
—Su otra hermana, la que es igualita a Ud. acaba de salir y con seguridad se deben haber encontrado con ella a la salida.  Ella no nos  dejó acercarnos a Martha porque nos dijo que estaría  al cuidado de su hermana durante todo el tiempo que durara la visita y que podíamos  despreocuparnos. —
Teresita al recapacitar sobre las respuestas de aquel guardia y de aquellas dos enfermeras quedó sin aliento, pensó que la “misteriosa hermana” era un ángel que había llegado a llevarse a Martha. Este pensamiento cobró fuerza ya que aquella mujer también visitó a la otra joven la qué moriría horas después. De inmediato Teresita comentó el suceso a los miembros de su familia, investigaron incluso con la familia de la otra joven, y aquel apellido Losano nunca les pareció familiar ni mucho menos conocido.
Poco después, el guardia de la entrada, también aseguró a Teresita que cuando ella subía las gradas que la conducían directamente a la UCI en donde Martha se encontraba, aquella “misteriosa hermana” bajaba a la vez  esas mismas gradas y que al encontrase ambas, ella colocó su  mano sobre la cabeza de Teresita (como un gesto de cariño y de consuelo). Teresita nunca se percató de esta situación, tampoco sintió nada.
A partir de aquel instante en que Martha recibiera a tan inesperada visitante, su estado de gravidez comenzaría a disminuir gradualmente.
Horas después Teresita y su familia descubrirían algo que las dejaría sin aliento: Aránzazu es uno de tantos nombres con que se conoce a la Virgen María[1].
Debido a que Martha había salido de peligro, los médicos decidieron sacarla de la UCI y pasarla a una habitación normal en el hospital. Por esos días Gloria, la madre de Martha tuvo un sueño, en el se veía con el Señor Jesús y él ponía sus manos llagadas sobre las de ella, al mismo tiempo le decía:
—Ve y con la fe que me tienes impónselas a tu hija—
Gloria se levantó de inmediato y de madrugada acudió al hospital para imponer las manos a Martha. Gloria comenta que sus manos las sentía muy calientes como si se le estuvieran quemando. Desde esos precisos momentos la salud de Martha mejoró notablemente día a día.
Martha estuvo un poco más de tres meses en el hospital, uno de esos meses lo pasó ingresada en la UCI. Los doctores reconocieron que era un gran milagro. Después de esto, ellos aseguraron que Martha tardaría por lo menos dos años en recuperarse y que no quedaría del todo bien por tantas complicaciones que había tenido. Martha fue dada de alta 23 de Diciembre de ese mismo año, paso la Navidad en casa. Su restablecimiento fue del 100%, no le quedo ninguna secuela. No tiene ninguna cicatriz del tubo en su garganta. Se casó el 8 de Septiembre del 2001. Por diferentes razones, Martha pospuso la fecha de su boda en tres ocasiones y sin saberlo en ese momento, la fecha seleccionada para su boda coincide con el día dedicado a la Virgen de Aránzazu. Martha vive en Puebla, México, junto con su esposo y  sus tres hijas. A su primera hija le puso el nombre Aránzazu quien tuvo que ser sometida a una operación de corazón abierto el 4 de enero del 2009, y su operación fue totalmente exitosa.
El Milagro de Martha es un ejemplo más de la misericordia de Dios para con sus hijos. En los momentos más difíciles para Martha y para su familia, El señor estaba con ellos. Aquella misma tarde cuando la familia decidió reunirse para orar por la vida de Martha en lugar de quedarse en la  sala del hospital a la esperar del anunciado desenlace fatal, decidieron poner el control de la vida de ella en las manos de Dios, su madre entendió que debía entregar a su hija al Señor y cuando todos entendieron el significado de este acto y lo practicaron, Dios ya estaba obrando un milagro de vida y de esperanza, no solo en Martha, también para todos.
Hay preguntas que surgen: ¿Quién sería aquella Señora que consolaría a Teresita en sus momentos de desesperación?  ¿Sería la misma mujer que se hizo pasar por la hermana de ambas? ¿Era  acaso el Ángel del Señor o el mismo Santo Espíritu de Dios que velaba el sueño de Martha? ¿Sería la misma Madre de Jesús que al igual como en las bodas de Caná de Galilea (Jn. 2:1-11) intercedía esta vez por la falta del “vino de la vida” en Martha y por la falta del “vino de  la fe” en Teresita y su familia? ¿A caso el apellido de aquella señora LOSANO era un mensaje oculto de Dios, queriendo decir: Jesús LA-SANÓ”?
La respuesta a estas preguntas las tienes solamente tú. Todo dependerá de la fe con que lo veas. Lo que si es seguro es que en aquel momento, Dios estuvo con Martha y con Teresita abrazándolas y hablándoles de su inmenso amor. El Señor obra de manera extraña. Siempre nos estará sorprendiendo. Nuestra mente estará confusa si pretendemos buscar explicaciones. Pero si mantenemos abiertos los ojos espirituales podremos entender sus maravillosas obras. Teresita le creyó a Dios, cuando aquella señora le dijo que tuviera fe en Jesús. Y Él respondió a esa fe. En el evangelio según San Marcos, capítulo 9, versículo 23 encontramos: “…Todo es posible para el que cree". Dios ha prometido estar con nosotros todos los días hasta el fin. “…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,  hasta el fin del mundo.  Amén”. Mt. 28:20. Ese hermoso e impresionante el milagro de sanación en la vida de Martha es solo un pequeño ejemplo del amor de nuestro Señor para con nosotros. Tratar de buscar cualquier respuesta con la lógica humana resulta imposible. Necesitamos solamente creer y dejarse llevar por lo que El quiera hacer.

Autor: Mario Gutiérrez
Extraído de mi libro: Listo Para Volar. Un Llamado a la Libertad


[1] “Nuestra Señora de Aránzazu” es un santuario católico mariano situado en el municipio de Oñate, en Guipúzcoa, País Vasco en España, donde se venera a la Virgen de Aránzazu, patrona de esta provincia y que se habría aparecido en 1496. En la ciudad de Guadalajara en México también existe un templo en honor a esa misma Virgen.

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