Palabra, Obediencia y Bendición


“Una vez, Jesús estaba a la orilla del Lago de Galilea y la gente se amontonaba alrededor de él para escuchar el mensaje de Dios. Jesús vio dos barcas en la playa. Estaban vacías porque los pescadores estaban lavando sus redes. Una de esas barcas era de Simón Pedro. Jesús subió a ella y le pidió a Pedro que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó en la barca, y desde allí comenzó a enseñar a la gente. Cuando Jesús terminó de enseñarles, le dijo a Pedro: Lleva la barca a la parte honda y lanza las redes para pescar. Pedro respondió: Maestro, toda la noche estuvimos trabajando muy duro y no pescamos nada. Pero, si tú lo mandas, voy a echar las redes. Hicieron lo que Jesús les dijo, y fueron tantos los pescados que recogieron, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran en seguida a ayudarles. Entre todos llenaron las dos barcas. Eran tantos los pescados, que las barcas estaban a punto de hundirse”. Lc 5: 1-7

Busquemos las enseñanzas al rededor de esta lectura:

1. Mientras que otros buscan con ansias la Palabra y se amontonan al rededor del Señor para escucharle hablar, otros están tan ocupados y afanados en sus cosas que no escuchan a Dios, tal como los pescadores que limpiaban las redes. 
2. Las dos barcas del relato estaban vacías. Las barcas representan la vida, el hogar, la familia, el trabajo, la iglesia. Cuando no escuchamos a Dios y no estamos alimentados de su palabra, estamos vacíos, por más que intentemos obtener buenos resultados, seguiremos sin éxito alguno. Los pescadores habían trabajado toda la noche sin lograr pescar. Volvieron a casa con las manos vacías y lavaban sus redes desilusionados por la pesca infructuosa.
3. El Señor se fijo en las dos barcas vacías y escogió subirse a una de ellas. Jesús, en medio de la multitud distingue quien se está alimentado y quien se encuentra con hambre. Una gran cantidad de personas se agolpaban alrededor de él, y aunque lo rodeaban, el Señor logra distinguir en la orilla las dos barcas vacías. Jesús toma la decisión y sube a una de las dos barcas. El señor es misericordioso y entra en nuestra intimidad cuando más vacíos estamos y nos enseña, nos da sabiduría a través de sus palabras.
4. Después que Jesús enseña da indicaciones de echar las redes. Cuando Dios nos alimenta con el pan de la Palabra y nos da sabiduría, el nos indicará que hacer, y aunque quizá dudosos, debemos hacer las cosas por obediencia y con fe.
5. Pedro había intentado pescar toda la noche, pero lo había hecho por sus propios conocimientos y experiencia, y aún así no había obtenido resultados. Pero cuando lo hizo por mandato de Jesús (confiando en él) echó las redes, esta vez de día y no de noche. Los resultados fueron sorprendentes. Las redes se rompían. Cuando no Dios no está en nuestra vida, caminamos en oscuridad y fracasamos. Estando con él caminamos en la luz y somos exitosos.
6. Eran tantos los peces que Pedro llamó a los compañeros para que le ayudaran y entre todos llenaron las dos barcas que estaban vacías. Debemos aprender a compartir con los demás las bendiciones que Dios nos da. Cuando no somos egoístas y ayudamos a aquellos que están vacíos, tanto material como espiritualmente, las bendiciones abundarán para todos y nuestras vidas estarán repletas y en abundancia. Que hubiera pasado si Pedro no llama a sus compañeros, con seguridad su barca se hubiera hundido. A muchos les pasa, tienen tanto, no quieren compartir, terminando solos y hundidos.

Busquemos con ansias la Palabra, confiemos en las instrucciones de Jesús, compartamos con los demás las bendiciones, entonces recibiremos la bendición, hasta que sobre y abunde.

Autor: Mario Gutiérrez

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