Recibe el nombre de Escuadrilla al
grupo de aeronaves de un determinado tamaño que contiene entre 2 a 4 elementos
de vuelo. Entiéndase por elemento de vuelo aquel que se compone de entre 2 y 4
aeronaves. En otras palabras podemos decir que la Escuadrilla puede llegar a
formarse hasta con 16 aeronaves. Así mismo podemos hablar de un escuadrón el
cual se compone de entre 2 y 4 escuadrillas. El objetivo de establecer este
orden jerárquico de unidades es para calcular la magnitud de fuerza que se va a
emplear en una misión de vuelo. Es aquí en donde encontramos el valor y el
significado del vuelo conjunto. Un ataque en grupo es mucho más contundente que
un ataque realizado individualmente. Con este tipo de fuerza en el ataque se
logra cubrir más terreno y mayor continuidad en su accionar.
La Biblia nos da ejemplos de
personas que lograron trabajar en equipo y combatir al enemigo, ganando la
batalla. Son personas que supieron unir sus fuerzas y combinar sus habilidades
logrando con ello una mayor efectividad en su defensa y ataque contra las
asechanzas del enemigo. Comencemos con un ejemplo sencillo y práctico de
entender.
En el evangelio de Marcos, capítulo
2 versículos 3 al 12dice: “Y mientras
Jesús les anunciaba la Palabra, cuatro hombres le trajeron un paralítico que
llevaban tendido en una camilla. Como no podían acercarlo a Jesús a causa de la
multitud, levantaron el techo donde él estaba y por el boquete bajaron al
enfermo en su camilla.
Al ver la fe de aquella gente, Jesús dijo al
paralítico:
—Hijo,
se te perdonan tus pecados—.
Estaban
allí sentados algunos maestros de la Ley, y pensaron en su interior: ¿Cómo
puede decir eso? Realmente se burla de Dios. ¿Quién puede perdonar pecados,
fuera de Dios?
Pero
Jesús supo en su espíritu lo que ellos estaban pensando, y les dijo:
—
¿Por qué piensan así? ¿Qué es más
fácil decir a este paralítico: Se te perdonan tus pecados, o decir: Levántate,
toma tu camilla y anda? Pues ahora ustedes sabrán que el Hijo del Hombre tiene
en la tierra poder para perdonar pecados—.
Y
dijo al paralítico:
—Levántate,
toma tu camilla y vete a tu casa—.
El
hombre se levantó, y ante los ojos de toda la gente, cargó con su camilla y se
fue.
La
gente quedó asombrada, y todos glorificaban a Dios diciendo:
—Nunca
hemos visto nada parecido—“.
Comencemos por notar algunas situaciones que la Biblia no menciona, pero que sí podemos inferir, por la escena que está sucediendo en la narración anterior. Imaginamos la situación: la Biblia dice que cuatro hombres aparecieron llevando a un paralítico en una camilla. No se especifica si este hombre tenía una parálisis parcial o completa, lo único que sabemos es que para poderlo transportarlo era necesario una camilla. Tampoco sabemos cuánto tiempo tenía de estar paralítico, pero lo que sí es seguro que la vida para ese hombre no era nada grata. En ese tiempo, para una persona en tales condiciones era muy difícil poder desenvolverse, pues había mucha marginación, incluso, algunos creían que la condición de estas personas era un castigo de Dios por sus pecados y hasta los podían considerar que estaban “malditos”. Estas personas, como ese hombre, no podían trabajar, ni ser independientes, tenían que subsistir de la limosna y de la ayuda de otros que se compadecían de ellos. Tampoco la Biblia no nos dice si este hombre tenía una familia. En fin, debo suponer que la situación de vida para él era caótica y miserable.
Pero llegó un momento en la vida de ese hombre en la cual hubo unas personas que se encontraron con él y pusieron la mirada en su necesidad. En lo personal quiero creer que no fueron los cuatro hombres que simultáneamente se encontraron con el paralítico, fue un proceso gradual para que todos compadecieran, es probable que el primero de ellos que tuvo el encuentro motivara al resto. Esta primera persona al ver la condición del paralítico ideó algún plan para ayudarle y por lo cual llamó a otro que quizá pasaba por el lugar. De la misma manera fueron llamados los otros dos. Quizá alguno de esos cuatro hombres, conociera a Jesús o al menos tenía que haber escuchado hablar de él. Recordemos que al Señor le seguían grandes muchedumbres y se conducía por muchos lugares predicando acerca del Reino, predicaba la paz, el amor, el perdón y hacía milagros expulsando demonios y sanando a los enfermos. Pienso que otro de los cuatro tuvo la idea que para llevar al paralítico, era más fácil hacerlo en una camilla y propuso construirla para transportarlo. A lo mejor otro de ellos planificaría la ruta por donde deberían irse para encontrase a Jesús, y el otro llevaría alimentos y agua para el camino. ¿Te das cuenta? los roles de cada uno de esos cuatro hombres eran muy diferentes pero complementarios. La situación quizá pudo haber sido de otra manera, pero lo que sí es seguro, que cada uno de esos cuatro hombres jugó un papel importante para cumplir el propósito de ayudar al paralítico, ellos sabían que no podían sanarle, pero si podían colaborar y hacer todo lo posible para llevarlo ante Jesús quien si tenía el poder para hacerlo. En resumen podemos enumerar la labor de los cuatro:
Se encuentran con el paralítico. Tuvieron un encuentro con su Misión.
Se dieron cuenta que el hombre estaba enfermo, sabían que estaba paralítico y por tanto necesitado. Tuvieron percepción y consciencia de la situación de aquel hombre.
Tuvieron compasión por su situación. Se solidarizaron con él.
Sabían que tenían que hacer algo para cambiar la situación del paralítico. Sintieron el llamado.
Estos hombres conocían a Jesús o probablemente habían oído hablar de él. Sabían que él era la respuesta que necesitaban.
Decidieron llevarle a Jesús. Tomaron acción.
Al hacerlo, se toparon con una multitud y se dieron cuenta que no iba a ser nada fácil cumplir con lo que se habían propuesto, a pesar de ello, idearon otro plan y lo subieron por el techo de la casa. Fueron sabios y perseverantes.
Abrieron un orificio en el techo hasta crear un espacio por donde lo pudieran bajar. Trabajaron en Equipo.
Al bajarlo lo colocaron en medio de la gente, delante de Jesús. “Dieron en el blanco” cumplieron con el objetivo.
El ejemplo de estos hombres nos muestra como el trabajo en equipo es de gran valor y fortaleza en la vida del ser humano. No podemos ayudar a los demás sin contar con la ayuda de otros. Ellos descubrieron que juntos tenían fuerza. Que hubiera pasado si uno de ellos hubiera dado marcha atrás. Es probable que la labor para tres hubiera sido difícil o quizá no se hubiera podido llevar a buen fin su propósito. Es aquí donde vemos la importancia de la unidad y del trabajo conjunto, así como las Escuadrillas aéreas tienen el propósito de crear fuerza en el ataque, así nosotros, debemos unir nuestro accionar contra las asechanzas y planes del enemigo. Al paralítico, el enemigo lo tenía atado y limitado, pero la sabiduría y la unidad de los cuatro pudieron más. Jesús admiró esa labor de unidad a tal grado que dio una respuesta positiva a las intensiones de ellos, dando sanidad interior y sanidad física al paralítico, eliminando las ataduras de pecado y de enfermedad que lo esclavizaban. Si esos cuatro hombres no hubieran hecho su labor con seguridad el paralítico hubiera seguido igual, limitado y pidiendo limosna. Quizá habría muerto en la misma situación, pasando desapercibido para muchos. Es más, este suceso, nunca se hubiera escrito en la Biblia.
En la vida del cristiano debe existir la práctica constante de realizar trabajos conjuntos, en equipo con otras personas. Necesitamos contar con las habilidades de los demás porque complementan las nuestras. Cada uno de nosotros tiene una función específica en esta vida y cada uno depende de otro para realizarla. Pablo lo dice muy claro en la carta a los romanos: “Pues así como cada uno de nosotros tiene un solo cuerpo con muchos miembros, y no todos estos miembros desempeñan la misma función, también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás” (Rm. 12:4-5). Muchos de los problemas que existen hoy en día en las iglesias se podrían evitar si tuviéramos consciencia de estas palabras. En la actualidad la situación de fronteras y divisiones entre los miembros de nuestras congregaciones son de mucha preocupación. El recelo, la auto-dependencia, la crítica y el menosprecio están golpeando fuertemente la unidad que Cristo estableció. Es imperativo que todo cristiano mantenga siempre en mente que solo el amor, la tolerancia y la aceptación de los demás, junto con el reconocimiento de sus habilidades, podrán dar marcha atrás a las deserciones de los miembros de las iglesias y también eliminar los desencantos causados por nosotros mismos.
La práctica constante de la unidad será un detonante de admiración de aquellos que se mantienen expectantes y se convertirá en un atractivo natural que permitirá un crecimiento favorable y sano de la iglesia de Cristo. Pablo lo dice muy claro en la primera carta a los Corintios: “Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo, ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Ahora bien, el cuerpo no consta de un solo miembro sino de muchos. Si el pie dijera: “Como no soy mano, no soy del cuerpo", no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. Y si la oreja dijera: “Como no soy ojo, no soy del cuerpo", no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo el cuerpo fuera oído, ¿qué sería del olfato? En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció. Si todos ellos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? Lo cierto es que hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decirle a la mano: “No te necesito." Ni puede la cabeza decirles a los pies: “No los necesito." Al contrario, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son indispensables, y a los que nos parecen menos honrosos los tratamos con honra especial. Y se les trata con especial modestia a los miembros que nos parecen menos presentables, mientras que los más presentables no requieren trato especial. Así Dios ha dispuesto los miembros de nuestro cuerpo, dando mayor honra a los que menos tenían, a fin de que no haya división en el cuerpo, sino que sus miembros se preocupen por igual unos por otros. Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él. Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo.
En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego los que hacen milagros; después los que tienen dones para sanar enfermos, los que ayudan a otros, los que administran y los que hablan en diversas lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones para sanar enfermos? ¿Hablan todos en lenguas? ¿Acaso interpretan todos? Ustedes, por su parte, ambicionen los mejores dones”. (1ª Co. 12: 13-31).
Quizá algún día veremos a las diferentes iglesias que creen en Jesús, unidas en un solo sentir, en un solo espíritu. Dios nos de la sabiduría y la misericordia que necesitamos como miembros individuales de su cuerpo para reconocer con humildad que todos somos iguales ante Dios y que todos nos necesitamos.
Autor: Mario Gutierrez
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