¿ES O SE PARECE?

          A su paso,  Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento.
Y sus discípulos le preguntaron: Rabí,  para que este hombre haya nacido ciego,  ¿quién pecó,  él o sus padres?Ni él pecó,  ni sus padres -respondió Jesús-,  sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida.Mientras sea de día,  tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió.  Viene la noche cuando nadie puede trabajar. Mientras esté yo en el mundo,  luz soy del mundo. Dicho esto,  escupió en el suelo,  hizo barro con la saliva y se lo untó en los ojos al ciego,  diciéndole:-Ve y lávate en el estanque de Siloé  (que significa: Enviado).  El ciego fue y se lavó,  y al volver ya veía.Sus vecinos y los que lo habían visto pedir limosna decían: "¿No es éste el que se sienta a mendigar?"Unos aseguraban: "Sí,  es él."  Otros decían: "No es él,  sino que se le parece."  Pero él insistía: "Soy yo."¿Cómo entonces se te han abierto los ojos?  -le preguntaron.Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de barro,  me lo untó en los ojos y me dijo: 'Ve y lávate en Siloé.' Así que fui,  me lavé,  y entonces pude ver.  Jn, 9. 1 – 11


Reflexión.
Este pasaje de la Biblia tiene mucha semejanza con nuestra vida.
Cuando nacemos venimos “ciegos” espiritualmente hablando. Crecemos en edad, en conocimientos, nos volvemos profesionales, pero seguimos manteniendo la ceguera.

Un día en nuestra vida nos damos cuenta que estamos en una situación difícil o muchas veces deplorable, porque alguien que está ciego espiritualmente, tiende a “vagar” sin rumbo y se es fácil de caer o topar con situaciones de peligro, tales como: la mentira, el vicio, las drogas, la pornografía, el asesinato, la infidelidad, etc. Tal condición hace que nos comenzamos a sentirnos infelices, abandonados, amargados y sin sentido de la vida.
Y la gente a nuestro alrededor lo nota. Comienza la crítica, las burlas, los juicios, los señalamientos, la discriminación.  ¿Te has sentido así, algunas veces? ¿Te ha pasado lo mismo?

La buena noticia es que Jesús está pasando por el mismo lugar en donde tu te encuentras en este momento. El no te va a hacer señalamientos, simplemente ve a tener compasión y amor por ti. El va a poner su mirada en ti, de tal manera que realizará un milagro en ti vida, y cuando el ponga sus manos sobre ti, ya no volverás a ser el mismo de antes, él abrirá tus “ojos” y podrás ver la luz, más no la oscuridad de antes.
¿Cómo lo va a hacer? No te preocupes, por ello, el tiene maneras raras de hacer las cosas y siempre utilizará formas que ni te imaginas, porque nuestra mente es limitada y nosotros pensamos limitadamente, comparados al pensamiento de Jesús. En otras palabras el te va a sorprender.

Cuando el Señor te ponga “lodo” en los ojos, tu tienes que también poner de tu parte, así como el ciego fue obediente y fue hasta la piscina a lavarse, también tu deberás de hacer todo lo que él te mande para recuperarte. No basta con decir soy salvo o ser hijo de Dios. Hay que trabajar, ser perseverante en la cosas de Dios.

Muchos de los que conocieron tu vida pasada verán tu conversión,  se sorprenderán y muchos ni lo creerán, se preguntarán,  ¿Acaso no es este que estaba ciego?

Es importante además, dar tu testimonio y decir a todos  “…El hombre que se llama Jesús, hizo lodo, y me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate: y fui, y me lavé, y recibí la vista.”

Mi querido hermano, ten fe y ánimo en las pruebas. No dejes de orara a la hora de tu angustia, la Gloria de dios está por verse, pronto podrás ver la mano de Dios  tocando tus ojos y para luego recuperar la vista. Dios siempre responde. El hace caminos donde no los hay. No confíes en tu mente. Cuando el hombre cierra puertas, Dios las abre y cuando El las abre, el hombre no las puede cerrar.

Dios derrame su bendición en ti y que la paz del Señor que sobrepasa todo entendimiento te colme toda tu vida.

Autor: Mario Gutierrez

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