Quiere tomar un breve momento especialmente en este tiempo
de cuaresma para reflexionar y abrir
paso a una interrogante que me hago: Es esta la iglesia que hoy conocemos la
que Cristo quiso y fundó? Y que conste, no estoy haciendo referencia a una iglesia
en particular, sino más bien quiero hacer un llamado a la iglesia cristiana en
general.
Jesús dijo:
En esto conocerán todos que
sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros (Juan 13:35).
Todos los que seguimos o creemos en Jesús somos en alguna manera
discípulos de Él, es decir somos personas que recibimos enseñanzas o que seguimos
estudios en una escuela y defendemos las ideas, doctrinas y métodos de Jesús.
Nosotros, como discípulos hemos fundado instituciones, iglesias,
movimientos, grupos y demás estructuras en nombre de Jesús, disque con el propósito
de difundir el evangelio de Jesús, el cual es un evangelio lleno de amor y de
fe.
El Señor en su inmensa sabiduría sabía que estaba construyendo una
iglesia conformada por hombres llenos de imperfecciones, ambiciones y egoísmos y
por ello insistió tanto en que prevaleciera el amor entre los hermanos.
“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he
amado, que también os améis unos a otros" (Juan 13:34).
Pero seamos sinceros y veamos de cerca nuestro proceder y el proceder
de aquellos que son nuestros líderes espirituales hoy en día. ¿Realmente la
gente nos reconoce como discípulos de Jesús porque hay amor entre nosotros?
Cuando Jesús se refiere al amor entre los hermanos se está refiriendo a
aquel amor que es capaz de dar la vida por el otro, de quitarse el vestido y dárselo
aquel que no tiene, se refiere al amor del despojo de bienes materiales y de
compartir con el más necesitado. Es un amor que no tiene valor monetario, que
no es posible pesarlo con oro o con joyas u otro tipo de riquezas.
Es repugnante ver una proliferación de iglesias mal llamadas
cristianas que comercian con la Palabra de Dios y que “venden” milagros a
cambio de “demostraciones de fe” cuyo intercambio es siempre el dinero. Aun la “madre”
histórica de todas las iglesias posee incalculables riquezas y valores en un
mundo en el que los pobres y los necesitados se cuentan por montones. Y lo peor de todo es que estas
iglesias se rasgan las vestiduras cuando se les señala estas cosas y se
defienden diciendo y argumentando que para hacer la obra de amor se requieren
recursos y fundamentos materiales para soportar tanta necesidad.
Es probable que en un mundo como el que vivimos se pueda requerir
infraestructura y eso tiene precio y estoy de acuerdo con eso, pero con lo que
no comulgo es con ese desbalance que hoy en día existe y que es notable a todas
luces. Sacerdotes y pastores que viven con opulencia, luciendo túnicas y trajes
confeccionados en finas telas, vistiendo accesorios de marca, utilizando vehículos
lujosos, comiendo en grandes restaurantes, viajando por el mundo, codeándose con
grandes personalidades de la política y de la sociedad, mientras que hay muchos
feligreses y miembros de sus iglesias que están pasando penurias, enfermedades
y demás necesidades sin que nadie les preste un céntimo de atención.
Realmente esta es la iglesia que Cristo quiso y fundó?