Vinieron los amalecitas y atacaron a Israel en Refidim. Moisés dijo a Josué: «Elígete algunos hombres, y sal mañana a combatir contra Amalec.
Yo me pondré en la cima del monte, con el cayado de Dios en mi mano.»
Josué cumplió las órdenes de Moisés, y salió a combatir contra Amalec. Mientras tanto, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cima del monte.
Y sucedió que, mientras Moisés tenía alzadas las manos, prevalecía Israel; pero cuando las bajaba, prevalecía Amalec.
Se le cansaron las manos a Moisés, y entonces ellos tomaron una piedra y se la pusieron debajo; él se sentó sobre ella, mientras Aarón y Jur le sostenían las manos, uno a un lado y otro al otro. Y así resistieron sus manos hasta la puesta del sol.
Josué derrotó a Amalec y a su pueblo a filo de espada. Ex 17:8-13
Reflexión:
Cuando tengo la oportunidad de leer este pasaje, me hace recordar el papel y la autoridad que Dios ha delegado en muchos hombres. Y quiero referirme especialmente a los pastores, sacerdotes y hermanos en general comprometidos con el evangelio y que tienen bajo su cargo el pastorear el cuerpo de Cristo.
El pueblo escogido por Dios ha sido atacado en gran manera por su gran enemigo, Satanás, representado en esta lectura por los Amalecitas. Y Dios levanta hombres como Moisés para liderar al pueblo y para conducirlo a la victoria. Es aquí en donde ese líder no puede actuar solo y necesita de la ayuda y del compromiso de los hermanos. Es entonces que nuestra iglesia necesita de muchos que hagan el papel de Aaron y de Jur.
El hombre de Dios (Pastores, sacerdotes y laicos comprometidos), necesitan personas con iniciativa, determinación, compromiso y sobre todo fe.
La gran pregunta que me surge en este momento es saber si nosotros ¿somos ese tipo de personas en nuestra iglesia? ¿Estamos apoyando al siervo de Dios? o ¿Estamos entorpeciendo su labor?
Lamento ver como muchos de nuestros líderes espirituales son atacados por el enemigo, y he visto como pastores y sacerdotes por igual caen en las garras del enemigo y cómo el pueblo de Dios, en lugar de orar por ellos para que Dios los levante, los hunde más con sus críticas y burlas.
Mi querido hermano, debes tener en mente que nosotros como pueblo de Dios siempre estaremos en constante lucha. Mientras tanto debemos de mantenernos alertas y ayudar a proteger y en apoyar a nuestros líderes espirituales contra los ataques. El enemigo estará buscando también la manera de destruirlos a ellos por ese papel que Dios les ha encomendado. El enemigo es astuto y también tienen puesta su mirilla en la cabeza del líder apuntándole directamente a la sien.
No permitas que esto pase, toma hoy la iniciativa y preséntate en tu iglesia, ve adonde está el líder y ofrece tu ayuda al servicio de Dios, colabora y se parte de la lucha y del combate espiritual.
Que Dios nos de sabiduría y fuerza y nos bendiga con poder.
Autor: Mario Gutierrez
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